martes, 24 de febrero de 2015

Mis primeros pasos

Cuando uno se inicia en el mundo del jabón, los primeros pasos se caracterizan por un estado de duda constante, pero también por un estado de excitación constante. Todavía me pasa, por supuesto, pero al principio era casi agotador, agotador y emocionante. No puedes quitarte el tema de la cabeza, el tiempo que tienes lo dedicas a leer sobre jabón, a visitar blogs, a recabar cantidades ingentes de información, a pensar en colores, aromas, aditivos, moldes... Moldes, ¡ay, los dichosos moldes! Y es que en ese momento todo te vale, lo mismo un vaso de yogurt, que de flan; lo mismo una tarrina de mantequilla, que el bote ese de las patatas... 

Sobre ese estado, cuasi alucinado, hay una entrada muy divertida en el estupendo blog de la maestra jabonera Maribel, titulada Uno de los nuestros, yo no sería capaz de contarlo mejor y con más gracia. Es bueno leerlo cuando estás en esa situación porque te sientes identificado y un poco menos bicho raro... Sientes nervios, emoción, ansia, ansia viva, porque has leído sobre un montón de jabones distintos y tú los quieres hacer TODOS... 




En fin, por suerte, esto es pasajero, no desaparece, pero se mitiga y evoluciona (...la verdad es que se sufren recaídas, pero eso no viene ahora al caso ;P). Si al principio cualquier molde te venía bien, luego no, ni mucho menos. Porque un vaso de yogurt está bien como molde de esos primeros jabones, por lo general, más básicos, menos elaborados, pero luego quieres decorar tus jabones y quieres pastillas de las de verdad, rectangulares, de esas de toda la vida (bueno, eso es lo que yo quería...). Si al principio no le das demasiada importancia al olor de tus jabones, luego se convierte en algo fundamental porque, no nos engañemos, ¿qué hace una persona en cuanto coge una pastilla de jabón? Pues llevársela a la nariz, claro. Quieres tus jabones guapos por dentro y guapos por fuera. Y luego los quieres también bien presentados, bien vestidos..., uf, esto es el cuento de nunca acabar. 

Pero no hay que olvidar que lo realmente importante está dentro de un jabón y que, incluso aquellos que no nos salen exactamente como esperábamos, si los hemos formulado bien y les hemos puesto cosas ricas, serán todo un regalo para nuestra piel. Me encanta la reacción de las personas que prueban estos jabones por primera vez y es que, una vez superada la absurda antipatía que la mayor parte de la gente siente por las pastillas, nadie quiere volver a oír hablar de gel.




Y si de primeros pasos trata la entrada, creo que el primero, primerísimo de todos es la recopilación de información. Hay que leer, leer y leer... y, depués, leer. Porque hacer jabón puede ser muy sencillo, pero eso no quita para que, antes de ponernos a la faena, estudiemos un poco sobre el asunto en el que nos vamos a iniciar. Que queremos algo fácil y rápido, nos apuntamos a un taller; que preferimos una opción más trabajosa, pero más económica, nos ponemos manos a la obra y nos empollamos el temario vía internet. 

Una buena manera de empezar es visitando la página de mendrulandia, fuente inagotable de información que, además de contar con apartados en los que se explican los principales conceptos jaboniles, medidas de seguridad, procesos de elaboración, etcétera, etcétera, tiene un foro estupendo en el que gente muy experimentada y generosa contesta tus dudas con infinita paciencia. Eso por no hablar de su maravillosa calculadora de saponificación, herramienta imprescindible a la hora de formular las recetas de nuestros jabones. Vamos que, hablando de mendrulandia, el eslogan bien podría ser "te hace la vida más fácil" :).

lunes, 16 de febrero de 2015

Todo comenzó...

Cuando decidí aprender a hacer jabón de fregar, no podía imaginar que me iba a encontrar con este maravilloso y apasionante mundo. Había tenido ocasión de probar las estupendas virtudes del jabón casero gracias a la generosidad de alguna amiga. Esos jabones feos y no muy bien olientes desengrasaban mejor que el mejor de los detergentes comerciales y eran el mejor remedio para las persistentes manchas de la ropa. 


Yo quería aprender a hacer ese jabón, por lo dicho y porque me parecía la mejor manera de reciclar el aceite usado, pero no tenía quién me enseñara. Intenté buscar por internet, pero me perdía en páginas y páginas de información que, en ese momento, me sonaba a chino. También es verdad que, por desconocimiento o por mala suerte, no di con las páginas adecuadas, que haberlas haylas, muchas y muy buenas... 

Por casualidad, encontré un taller de jabones y cremas caseros y, ¡qué suerte!, me pillaba a una horita en coche de mi casa. Lo gracioso es que me sobraba el noventa por ciento del temario y es que eso de que se pudiera hacer jabón cosmético y cremas en casa no me entraba en la cabeza. Todavía recuerdo la sensación de asombro al comprobar lo sencillo que era todo, unos pocos ingredientes, algo de material, un poquito de cuidado y a trabajar.


Nunca he sido especialmente habilidosa para los trabajos manuales, pero en el jabón he encontrado una actividad al alcance de mis posibilidades en la que puedo dar rienda suelta a mi imaginación sin demasiadas dificultades y con resultados satisfactorios. Porque el jabón es todo lo sencillo y todo lo complicado que lo quieras hacer, ese es uno de sus principales atractivos.

Tengo que decir que todo esto seguramente no habría sido posible sin el apoyo de mi amiga Gema, que se embarcó en esta aventura conmigo apuntándose a ese primer curso. Quizás el paso más complicado es el primero, cuando tienes que pasar de la teoría a la práctica, cuando hay que decidirse a hacer el primer pedido de material, cuando andas tan perdida que, si no hubiese sido porque tomamos la decisión entre las dos, lo más probable es que todo se hubiera quedado ahí y no habría llegado a materializarse.

Por último, quiero hacer un aviso para navegantes, por si algún incauto ha llegado hasta aquí, cosa que me extraña, y se siente tentado por lo que estoy contando. Hacer jabón cosmético artesano es una actividad altamente adictiva, si empezáis y luego no podéis parar, no digáis que no os lo advertí ;)