lunes, 27 de abril de 2015

Truco espumoso

Seguramente, dos de las principales obsesiones de un artesano jabonero son el olor de sus jabones y su espuma. En relación con el olor, no tengo ningún remedio, sólo tengo una reflexión. Los jabones artesanos huelen lo que huelen y yo prefiero mil veces un jabón natural de aroma discreto pero excelentes propiedades para mi piel, a cualquier producto comercial con un aroma embriagador. Dicho esto, sí os voy a dar un truqui para el tema de la espuma.

Hay que reconocer que la espuma es muy agradable. Es verdad que no quiere decir que un jabón menos espumoso sea un jabón peor. Tenemos que acostumbrarnos a que cuando usamos un jabón artesano, más que con espuma, nos lavamos con una especie de cremita. Peeero, como he dicho, ya que la espuma nos gusta, os voy a dar un truco para convertir vuestra ducha con jabón artesano en una auténtica fiesta de la espuma. Es tan fácil, sencillo y económico como usar el jabón dentro de una bolsa de organdí (también conocido como organza). Esta combinación, no me digáis por qué, hace que la espuma de cualquier jabón se multiplique.


Esa es solamente una de sus muchas ventajas y utilidades porque, además, es una manera estupenda de mantener el jabón seco y que no se nos quede blandurrio y baboso por estar en la jabonera en contacto con el agua. Una vez que terminamos de usarlo, y aprovechando la cinta que trae la bolsita para cerrarse, lo colgamos de cualquier parte (grifo, soporte de la ducha o, si queréis, una de esas ventosas que se pueden adherir a los azulejos) y lo tendremos listo y completamente seco para el próximo uso.


Estas bolsas son también muy prácticas para aprovechar restos de pastillas o recortes de jabón, metemos unos cuantos trocitos juntos en una de ellas y obtenemos un excelente jabón multipropiedades ;). Os invito a que lo probéis y estaré encantada de que, si lo hacéis, me contéis qué os ha parecido.


Por último, quiero decir que esta estupenda idea no se me ocurrió a mí, que cuando digo que no tengo imaginación es por algo ;P, sino a mi amiga Gema que generosamente me permite compartirla en este rincón. Espero que os haya gustado :).


martes, 21 de abril de 2015

Jabón de borago

Tengo una tendencia natural a la dispersión, no lo puedo evitar. Esto me lleva a empezar cosas que luego no remato porque mi cabeza ya está pensando en la siguiente. Esto mismo me pasa con el blog, son tantas las cosas que quiero publicar, que empiezo una entrada y otra y otra y, antes de haber acabado alguna, ya me viene una nueva idea a la cabeza que necesito poner por escrito..., ¡es horrible! Me gustaría ser más ordenada, más metódica, menos caótica, pero esto es lo que hay :). Claro que no siempre es así, a veces me centro y escribo de un tirón, normalmente suele pasar cuando tengo muchas ganas de compartir algo y ésta es una de esas veces.


No suelo utilizar ni muchos ingredientes ni muy sofisticados en la composición de mis jabones porque, con cuatro o cinco aceites, me vale para alcanzar las características que busco, así que para qué me voy a complicar más. El aceite de oliva, imprescindible; el de coco, también, claro; la manteca de karité, por la que siento debilidad, no suele faltar; ni la manteca de cacao ni la cera de abejas. Todos ellos son casi fijos en cualquiera de mis recetas. Pero claro, experimentar gusta, y al final es inevitable que acabes probando cosas nuevas. 


Así fue cómo llegué al aceite de borago que, en realidad, de exótico no tiene nada porque, aunque el nombre despiste, se trata nada más y nada menos que de aceite de borraja (se ve que borraja no suena tan bien como borago, que es su nombre científico; eso para el que no las haya comido nunca, porque yo, personalmente, las adoro). La verdura tiene un montón de propiedades beneficiosas para el organismo y el aceite no va a ser menos. Es un aceite muy interesante para pieles maduras porque ayuda a reducir las arrugas, es emoliente, es decir, suaviza la piel, y reduce la pérdida de colágeno, entre otras cosas. Pero, en realidad, lo que a mí me interesa, es que el jabón que resulta tras incluir este aceite en la receta, es una gozada. Casi podría decir que no hay jabón artesano que no me guste, pero es que éste es especialmente agradable de usar. No sé si aportará a mi piel todas esas cosas buenas que el aceite promete, lo que sí sé es que usarlo en la ducha es un placer. Es muy suave, muy espumoso y deja la piel hidratada y limpita ;). 


No voy a poneros los dientes largos contándoos lo maravilloso que es este jabón así sin más, para quien quiera probar sus bondades, aquí os dejo la receta. Que conste que es mi receta preferida, así que espero de verdad que os guste.


JABÓN DE BORAGO

   - Aceite de oliva, 579 gr.
   - Aceite de coco, 236 gr.
   - Manteca de cacao, 177 gr.
   - Aceite de almendras, 118 gr.
   - Aceite de borago, 83 gr.
   - Cera de abeja, 24 gr.
      - Sosa, 161 gr.
      - Agua, 415 gr.

   - Sobreengrasado, 8%
   - Concentración, 28 %


Mi madre es aragonesa. La borraja es una verdura muy común y apreciada en Aragón. Así que este jabón que lleva el aceite de las semillas de esta verdura que tanto nos gusta y tanto nos recuerda a su tierra, se lo dedico a ella. ¡Va por ti, mamá!


***Hoy, día 21 de octubre de 2015, gracias al amable comentario de Aira, que me señala que hay un error en la receta, edito la entrada para corregirlo. Que nadie se asuste, que no era nada importante, simplemente una equivocación en el sobreengrasado que apenas afecta al resultado final. De todos modos, pido mil disculpas y prometo estar más atenta de ahora en adelante. Esto me hace reparar en el hecho de que, aunque a veces me parece que escribo sólo para mí, detrás de la pantalla hay personas que leen lo que yo escribo en estos momentos y además lo leen con atención. ¡Gracias Aira! Y gracias a todos los que os asomáis a mi alacena, es un regalo para mí.

miércoles, 8 de abril de 2015

¿Por qué la alacena?

Hace algún tiempo, un amigo me regaló un libro, así, porque sí, sin motivo alguno. Uno de esos detalles que te hacen sonreír, pero sonreír de verdad, sonreír por dentro. El libro no venía solo, dentro había guardado este precioso poema.


ONE FOR THE STOREHOUSE

The fading evening light;
Your face
deeply engrossed
in a book;
The stillness
and the noise
of the sea;
All this,
will I put
in my storehouse
of good memories
and hold it
against the coming storms.

Meiling Jin, Gifts from my grandmother


Traducido de aquellas maneras, viene a decir lo siguiente: La tenue luz del atardecer; tu cara profundamente absorta en un libro; la quietud y el ruido del mar; todo esto, lo pondré en mi almacén de buenos recuerdos y lo conservaré contra las tormentas venideras.




Aunque el poema habla de un almacén, yo siempre pensé en una alacena, porque es una palabra que me encanta y porque en una alacena guardamos cosas frágiles, delicadas. La imagen me parece preciosa y perfecta. Almacenar buenos recuerdos para echar mano de ellos en los malos momentos. Así que, desde que leí este poema, esa imagen la hice mía y la he utilizado muchas veces. Son muchas las cosas que podemos guardar en la alacena si somos capaces de disfrutar y valorar las cosas pequeñas. Los jabones me han dado mucho y se merecen un lugar aquí, en mi alacena, donde comparten espacio con personas que la vida ha puesto en mi camino como si fueran un regalo, paseos perfectos, lugares que son descubrimientos que compartir, lunas, nubes y cielos imposibles, libros que son refugio, párrafos que un día alguien escribió sólo para mí (de eso estoy segura), canciones que cantar hasta quedar afónica, sonrisas que iluminan los días, y besos y abrazos, sobre todo abrazos... ¡Esta alacena está a tope! Y espero y deseo que la vuestra también ;).


jueves, 2 de abril de 2015

Jabón facial para pieles grasas, jabón de encargo

Hace algún tiempo, una buena amiga me preguntó que si hacía jabón para pieles grasas. La verdad es que, cuando formulo un jabón, no suelo buscar nada en concreto, más allá de que sea un jabón rico, rico ;). Me gusta jugar con la calculadora, añadir aceites, modificar las cantidades y observar cómo este vaivén de cifras y de ingredientes influye en las características finales del jabón. Porque me parece que ya comenté en su día que, por un lado, la calculadora de saponificación de mendrulandia nos ayuda a formular los jabones aportándonos las cantidades necesarias de sosa y agua que necesita cada combinación de aceites y, por otro, y esto es lo más interesante, nos muestra una serie de propiedades que caracterizarán el jabón resultante (dureza, burbujas, persistencia, limpieza y acondicionado). Eso nos ahorra echar unas cuantas cuentas y nos permite poner y quitar rápidamente, cambiar una y otra vez ingredientes y, como digo, observar cómo afectan al resultado final. Este proceso es muy, pero que muy entretenido.




Así que hacer todo esto con un fin concreto, sin que sea solamente jugar por jugar, me ha encantado. Estoy aprendiendo, y resulta mucho más divertido y eficaz aprender cuando se tiene un objetivo. Para formular este jabón, tuve que investigar sobre aquellos aceites más idóneos para pieles grasas y/o acnéicas y sobre los aditivos más convenientes. Y así fue como opté por un sobreengrasado (SE) a base de aceite de jojoba y aceite de avellana, porque ambos aceites combinan la capacidad de hidratar profundamente la piel con la acción reguladora de las glándulas sebáceas. Lleva también arcilla verde, adecuada por su acción purificante y antibacteriana, y aloe vera con propiedades astringentes, antiinflamatorias y cicatrizantes. ¡Ah, se me olvidaba! Los aceites esenciales, litsea-cubeba, árbol del té y lavanda, son apropiados para pieles grasas, por supuesto.




La receta del jabón facial para pieles grasas quedó así:

   - Aceite de oliva, 630 gr.
   - Aceite de palmiste, 184 gr.
   - Manteca de karité, 126 gr.    
   - Aceite de ricino, 91 gr.          
   - Estearina, 90 gr.
   - Aceite de avellana, 80 gr. (SE)
   - Aceite de jojoba, 20 gr. (SE)
   - Arcilla verde, 30 gr.
   - Aloe vera, 50 gr. (descontados del agua)
      - Sosa, 156 gr.
      - Agua, 348 gr.

   - Sobreengrasado, 9%
   - Concentración, 31%

*Tanto el SE, como la arcilla y el aloe se añaden en la traza.


Una de las cosas buenas que tiene hacer jabón artesano es que puedes hacerlo justo a la medida de tus necesidades, sean las que sean. Y lo mejor de todo es que, hace unos días, mi amiga me contó que el jabón le está yendo genial y eso me pone la mar de contenta :).